Crítica - Law Abiding Citizen

Películas así hay pocas

Sinopsis:

     La familia de Clyde Shelton es víctima de un brutal ataque en su hogar, en el cual su esposa e hija resultan violadas y asesinadas. Él espera que se les haga justicia, pero Nick Rice, el fiscal que lleva el caso, negocia con el principal perpetrador, y éste obtiene una sentencia leve. Años después, y sediento de justicia, Clyde desata una sangrienta espiral de venganza, no sólo en contra del hombre que asesinó a su familia, sino con el sistema de justicia que le dio libertad.

Reparto:

Gerard Butler como Clyde Shelton

Jamie Foxx como Nick Rice

Bruce McGill como Jonas Cantrell

Leslie Bibb como Sarah Powell

Colm Meaney como el Detective Dunnigan
Viola Davis como la Alcaldesa April Henry

Christian Stolte como Clarence Darby

Análisis e impresión:

     Dirigida por F. Gary Gray, el realizador de otras cintas conocidas como The Italian Job, Straight Outta Compton, y más recientemente, la última entrega de la saga Fast & Furious. Esta película, estrenada en 2009, se encontró con una recepción más bien negativa por parte de la crítica, sin embargo, al público en general le fascinó y resultó siendo todo un éxito, demostrando una vez más que quienes mandan son ellos y no los críticos. Y es que ¿cómo no va a gustar a alguien, si desde el mero inicio es una sucesión de eventos que golpean como puños, con una intensidad a millón, y con un protagonista con el cual es imposible no sentir empatía, por lo enormemente perturbado que es?

     El protagonista es Clyde Shelton, interpretado por un Gerard Butler, en el que, sin duda, realiza uno de los mejores trabajos de su carrera. Clyde es un hombre de familia trabajador, honesto y, sobre todo, con unos principios e ideales muy claros y bien definidos sobre lo que está bien y lo que está mal. Cuando le ocurre esa terrible tragedia, él confía plenamente en que el sistema de justicia le dará su merecido a los asesinos de su familia. Sin embargo, por un "error" de los forenses, se ve comprometida la culpabilidad de los implicados, y el inescrupuloso fiscal Nick Rice hace un trato con el asesino principal para que reciba una sentencia reducida, en lugar de apelar y luchar para que reciban su justo castigo (en este caso, la pena de muerte), porque tenía un récord perfecto de casos ganados que no quería arruinar perdiendo ése. Clyde queda perplejo. No lo puede creer. Sabe que no está nada correcto. Y el sistema, en el cual confiaba, le dio la espalda de la peor manera. Pero no, eso no se quedaría así, de ninguna manera, y si los tribunales no le hacían justicia a su familia... entonces él lo haría. Aquí es donde se transforma su personaje. Sus creencias y principios pasan a estar más marcados que nunca, y esa experiencia por la que está pasando, el ver tanta injusticia junta, hace que se convierta en una máquina, en un tren de pensamientos desbocado cuyo único norte es hacerle justicia a su asesinada familia; y esas acciones, tomarían forma real diez años después, luego de un sumamente meticuloso proceso de planificación. Desgraciadamente, esa terrible circunstancia sacó lo mejor de él, pues se convirtió en un genio, un ser maquiavélico que siempre está por delante de los demás y que es prácticamente infalible. Siempre está donde quiere estar. No hay forma aparente de ganarle ¿o quizás sí? Pero ¿es justo siquiera afrontarlo, sabiendo que, en el fondo, el hombre está haciendo lo correcto?

     Y el infierno que desata después es lo que, como mínimo, se merecían absolutamente todos los responsables. Resulta que esa es la más absoluta ley de vida: aquí se hace, aquí se paga. Más nada. Si asesinaste a alguien, no puedes andar por la vida impune. Y peor aún, ¿cómo alguien, que se cree en representación de la ley, va a negociar con un ser que cometió tal acto? No señor, con criminales no se negocia, punto. Y si lo hiciste, eres tan responsable como los autores del hecho, y mereces un castigo igualmente proporcional a ellos, tan simple como que porque obstruiste el proceso de justicia.

     Todo lo que he escrito anteriormente es lo que hace a este film tan grande. Trasciende lo que ha hecho cualquier thriller de venganza antes. Es tan crudo, tan real con lo que, tristemente, pasa en el mundo. Trata sobre los valores del hombre como ciudadano del mundo, sobre el bien y el mal, sobre los límites que existen. Y el nivel de intensidad que posee a lo largo de su duración, es increíble. Te quita el aliento desde el primer minuto, te mantiene en vilo y, cuando termina, se te queda en la retina de tal manera, que es imposible olvidarla. Eso es justo lo que hace una buena película, una obra maestra ¿no?

     Sin embargo, hubiera terminado perfecta para mí (y muy seguramente para todos los que la vimos y apreciamos), de no ser por el final. Ese final donde, por desgracia, triunfa lo "políticamente correcto", y no la justicia y lo correcto, propiamente dicho. No contaré lo que ocurre. No se los quiero spoilear, en caso de que aún no la hayan visto; pero diré que es un final totalmente injusto. Quizás era una forma de demostrar, una vez más, que las cosas funcionan tan mal, que de ninguna manera la justicia no iba a obtener un triunfo absoluto. Puede ser, pero aún así, no me gustó nada.

     Pero aunque haya terminado de esa forma, no quiere decir que no sea una absoluta obra maestra, por todo lo que tiene. Su contenido, su mensaje, su realidad, su técnica y su intensidad. Es una película que todo el mundo debe ver.

     Por cierto, a los que lo hicieron, gracias por leer lo que escribí. Más que una crítica, fue una reflexión. Tal vez me extendí en ella, pero cuando una película es así de excelente, te deja pensando infinidades de cosas que no puedes pasar por alto. 


Lo bueno de la película: Absolutamente todo menos el final.

Lo malo de la película: Ese insólito y absurdo final.

Puntuación final: 9.5/10     ★★★★★1/2